Esta tesis tiene como objetivo principal analizar los modos materiales implicados en
la disposición de los difuntos, entendiendo que estas elecciones son índice del modo en que
los muertos fueron pensados por los grupos que habitaron al sur del valle del Cajón.
A lo largo de los últimos cinco años, los trabajos de campo desarrollados en la
localidad de La Quebrada han proporcionado un variado registro de las prácticas funerarias empranas, registro que hasta el momento prácticamente carecía de antecedentes
específicos.
La muestra a considerar comprende los restos de una veintena de personas en siete
contextos de características y cronología diversas. A lo largo de un área de
aproximadamente 2 km2 los contextos recuperados abarcan un lapso que se extiende desde
6000 hasta 1300 años AP, situación que, siendo inicialmente insospechada, requirió
atender a la profundidad histórica y a la creación de este paisaje a lo largo del tiempo.
La postura teórica que guía este análisis considera al paisaje como producto del
habitar, concepción que se separa de la visión de éste como un espacio
preexistente y abistórico. Esta perspectiva permite atender a la configuración del paisaje
funerario en un mismo movimiento con el desarrollo de la vida cotidiana, repensando en
este sentido la usual división entre lo ritual y lo secular, lo extraordinario y lo ordinario,
que subyace al imaginario de los rituales y las actividades productivas, respectivamente. Los cuerpos ocupan un lugar central en la discusión en tanto sus características
biológicas, la forma en que estos fueron tratados a su muerte, su asociación con objetos,
texturas, lugares y formas, están ancladas a una cosmovisión particular de la muerte.
Fil: Cortés, Leticia Inés. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.