Las hipótesis a establecer son, nuevamente, dos. La primera es que, contra lo
que dictaminan (o sentenciarían, si se representaran el asunto tal como aquí se presenta)
muchos anti-rawlsianos (particularmente, los que deploran que la igualdad de trato
rawlsiana se trueque en igualitarismo), ninguna de las cuatro igualdades de Rawls es
para alguna de las demás lo que p para -p. La segunda es que la amenaza de
personalidad dividida no se cierne sobre la persona rawlsiana.
Fil: Amor, Claudio Oscar. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.