Los pueblos de la estepa eurasiática conservaron, a veces durante siglos, algún objeto que, según la tradición, había pertenecido a uno de sus grandes antepasados. Este, un héroe, elegido por el dios de esos pueblos, lo recibió de él, en la mayoría de los casos, como un don, señal y símbolo de su vocación.
Para la posteridad, tal objeto, sagrado por su origen divino y por el recuerdo del héroe a que ha pertenecido, suele ser continente de ciertas fuerzas mágicas. En él reside la esperanza también de la estirpe que lo posee. Si otro héroe, elegido
por el dios, se apodera del objeto, ella llegará a ser nuevamente riosa y poderosa merced a las fuerzas presentes en él.
Fil: Ferdinandy, Miguel de. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia Antigua y Medieval “José Luis Romero”; Argentina.