Abstract:
Hipótesis de Trabajo: El trabajo sostiene que entre 1880 y 1910, en el contexto de las profundas y traumáticas transformaciones que vivió Buenos Aires al convertirse en una urbe moderna, el suicidio se constituyó y legitimó como un problema social. Esta constitución fue impulsada por el discurso de una parte de la comunidad médica que percibía el fenómeno como una manifestación de la desorganización moral y los desequilibrios causados por el "proceso de civilización". Los análisis exploraron perspectivas teóricas cercanas a las de Émile Durkheim de manera contemporánea, sin conocerlas, al asociar el aumento del porcentaje social de suicidios con los efectos del cambio social en la vida urbana.
Objetivos: El objetivo principal de esta tesis es analizar las diferentes perspectivas y enfoques que surgieron entre los científicos argentinos (especialmente médicos) interesados en el suicidio durante el período 1880-1910. Se busca poner especial atención a la relación entre las interpretaciones científicas del suicidio y el proceso de redefinición de las fronteras entre los comportamientos considerados normales y patológicos. También se propuso analizar cómo el suicidio se institucionalizó como un problema social a través del discurso médico, evaluando las posibilidades y formas de controlarlo.
Metodología: El estudio se centra en el lapso 1880-1910, un período que registró tasas de suicidio significativamente altas en Buenos Aires. La metodología se basa en el análisis de la producción intelectual y el debate científico local (particularmente las discusiones dentro del Círculo Médico Argentino y las tesis doctorales) sobre el fenómeno. Se revisaron las posturas higienistas, alienistas, y las visiones de la medicina social, prestando atención a las "filtraciones moralizantes" y los sesgos clasistas en el discurso científico. Aunque el trabajo presenta y utiliza datos estadísticos del período, el autor advierte que no fue su objeto central correlacionar exhaustivamente las series estadísticas con los discursos científicos.
Conclusiones: La preocupación por el suicidio en Buenos Aires (1880-1910) fue un hecho estadísticamente justificado debido a las tasas elevadas. El análisis concluye que la legitimación del suicidio como "problema social" fue un proceso complejo de entrecruzamiento entre el discurso científico y el discurso normativo. Las ciencias modernas, al contribuir a la profilaxis física y moral de la población, lucharon contra la tradición y los poderes eclesiásticos, contribuyendo a la construcción de un nuevo sujeto sociomoral colectivo. A pesar de los intentos de despatologización (como los de Rodríguez), la psiquiatría y la medicina social a menudo estigmatizaron diversas conductas como antisociales, utilizando conceptos como monomanía, locura o alcoholismo como explicaciones dominantes. Hacia el final del periodo, la preocupación alarmista disminuyó, y el enfoque se desplazó hacia la búsqueda de definiciones conceptuales más precisas y análisis de casos específicos.